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La belleza de estar en los 40s y más allá

Abr 9, 2019

Ahora tengo dos hijas adolescentes y me estoy dando cuenta que a medida que atraviesan las pruebas y turbulencias de ser mujeres adolescentes en este mundo, siento que esto me provoca fácilmente y francamente me molesta.

Pareciera que vivo sus rupturas, sus altibajos como si fueran míos.

«¿Porqué te exalta eso tanto?” me pregunta mi esposo mientras le doy una de esas miradas  y lo acuso de no entenderlo solo por que es hombre.

Recuerdo una terapeuta que alguna vez me dijo que si tenía alguna cosa sin sanar, de una edad en particular, ésto me estallaría con fuerza justo cuando mis hijas tuvieran esa edad.

Aparentemente, mi adolescente interna aún tiene cosas por sanar.

Tomemos por ejemplo el último drama en nuestro hogar, cuando una de mis hijas esta viéndose enfrentada a un chico que no acepta un “no” por respuesta. A ella le gustaba al principio, pero rápidamente se dio cuenta que era posesivo, intenso, demandante y criticón. El decirle que no estaba interesada en el, solo logró intensificar sus esfuerzos por enviarle mensajes de texto o llegar a nuestra casa en las tardes para dejarle regalos.

Comencé a sentir que él estaba invadiendo nuestro espacio de hogar. Comencé a sentirme muy molesta.

Apoye a mi hija en que le pusiera límites muy claros y fuertes.

Y aun así seguía tan molesta.

¿Porqué me estaba poniendo tan exaltada?

Me senté a meditarlo y me dí cuenta que mi adolescente y mi «yo» de cuando estaba en mis  20s seguía muy molesta… con los silbidos, los comentarios sexualizados cuando claramente no estaba interesada, de los compañeros de trabajo y clientes que me molestaban y me trataban diferente a sus colegas hombres, de los hombres mayores que me coqueteaban aun cuando era lo suficientemente joven como para ser una de sus hijas, de tener que estaque ciertos hombres realmente lo aceptaran.

La necesidad de querer poder amenazarlos con darles un rodillazo en la pelotas y hacerlo de verdad.

Y ahí estaba mi aventurera, que ha viajado el mundo, siempre atenta de ser cuidadosa y de que hay lugares que definitivamente no son seguros para las mujeres.

Recuerdo haberme escondido en la casa de huéspedes en la que estaba en Roma, mientras un super celoso Romeo llegaba allí muchas veces y hasta me dejó una foto enorme autografiada de si mismo AUN cuando dejé claro que no estaba interesada en él.

Y la frustración de tratar de comer sola en cualquier lugar de Italia sin que me hicieran proposiciones constantemente. Parecía ser inconcebible para muchos hombres que realmente quisiera leer mi libro mientras comía mi almuerzo en contraposición a entretenerlos con sus avances en un pésimo ingles.

Y recuerdo un hombre en un tren de Francia a Versalles que se me expuso mientras yo intentaba mirar alrededor, para darme cuenta que estaba prácticamente sola en el tren. Me sentí violada y asustada por mi seguridad.

Y como salí a comer sola en mi primer viaje de negocios a Argentina, tenia 22 años, no solo me silbaron y chiflaron todo el camino sin parar hasta el restaurante, sino que un par de Americanos de mediana edad, sentados en la mesa contigua, me hicieron proposiciones en un pésimo español. Aparentemente, asumieron que una mujer comiendo sola, fuera delos Estados Unidos era una prostituta.

Y la experiencia aterradora de tener que empujar los muebles de nuestra habitación de hotel hacia las puertas y ventanas, en un pequeño pueblo de marruecos, cuando un grupo de hombres intentaron entrar por la fuerza mientras gritaban todo tipo de obscenidades en inglés sobre lo que nos quería hacer a mis amigas y a mi.

Es injusto y apesta; es una realidad del día a día de ser una mujer joven en nuestra sociedad.

Y una de las principales razones por las que amo estar en mis 40 es que por fin me siento libre.

Aun me siento hermosa y sensual (incluso me aun me silban de manera ocasional cuando paso por una construcción – lo que me hace reír en este punto de mi vida, ya que podría ser la mamá de muchos de esos hombres).

Y también me siento mucho más empoderada; para decir “no” y realmente decirlo en serio, afirmar mis deseos y necesidades de manera cordial pero firme, censurar avances indeseados sin sentir confusión interna, DE SENTIRME A SALVO EN NUESTRO MUNDO.

Y de enseñar a mis hijas, desde la sabiduría aprendida a la fuerza, que está bien no ser cordial cuando sientan que sus límites están siendo traspasados; que está bien exigir respeto y no permitir nada menos que eso; que está bien querer vestirse hermosas, ser femeninas sin dejar de mantener absoluto poder y decisión de lo que hacen, donde, cuando y con quien lo hacen.

Se siente bien ser útil y tener sabiduría. Otra cosa que amo de estar en mis 40.

¿Qué hay de ti?, ¿Qué es lo que más amas de estar en tus 40 y más allá?

¡Feliz martes!

 
xoxo,

Natalie

 

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