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Cometí un TERRIBLE error

Abr 30, 2019

Me he pasado los últimos 17 años de mi vida enfadada con mi esposo y acabo de darme cuenta ¡que todo ha sido un gran error!

Mientras escribo esto me doy cuenta que este post es muy personal y que podría presionar algunas susceptibilidades. Algunos podrían pensar que es sexista y que estoy generalizando demasiado las diferencias entre hombres y mujeres.

Voy a compartirlo de todos modos, porque esto ha sido una ENORME revelación, que altera mi relación y que simplemente no puedo guardármelo para mi misma. Quizá movilice algo en ti y te ayude también.

Así que aquí va.

De alguna manera, en mis primeros años de formación como adulta, me formé la idea que mi pareja/esposo, debería ser mi mejor amigo, mi alma gemela, mi mayor soporte y confidente, la persona en quien más confiaba y que se ajustara para apoyarme en todo momento. Todo esto mientras también fuera la persona con la que tuviera más diversión y aventuras mientras además experimentara con el las profundidades del éxtasis en nuestra  creativa e increíble vida sexual.

Una expectativa demasiado alta que cumplir; sin embargo la sociedad como yo la he experimentado y todos mis amigos progresistas y cultos parecen querer y esperar lo mismo de sus compañeros de vida; parece ser lo normal.

Y fue algo muy cercano a eso en los inicios de mis 20 años, cuando conocí a mi esposo. Viajamos el mundo juntos y nos embarcamos en un camino de crecimiento personal y sanación que nos mantuvo despiertos y susurrando nuestros secretos más oscuros hasta muy tarde en la noche. Pensamos que nos habíamos sacado el premio mayor. Eramos diferentes a nuestros padres y nuestro matrimonio sería diferente; íbamos a crear el GRAN POTENCIAL, como nombramos a lo que nuestra relación de almas gemelas podría ser en términos de conexión y maravillas.

Y luego en algún punto  del camino las cosas cambiaron de rumbo.

Compramos una casa, adquirimos una hipoteca, comenzamos a enfocamos en nuestras carreras más que en el otro (o por lo menos eso me parecía a mi que él estaba haciendo), tuvimos tres hijas y estábamos muy exhaustos y ocupados todo el tiempo. Comenzamos a replicar hasta las cosas más estúpidas del otro y a llevar la cuenta. ¿Quién estaba haciendo más?, ¿quién tenia más falta de sueño?, ¿quién necesitaba más un descanso?

Comencé a sentir resentimiento y parecía que cada vez había más y más distancia entre nosotros.

El estaba escalando en su carrera, obteniendo promociones, aumentos y reconocimientos, mientras yo pasaba casi una década embarazada, lactando y cuidando niñas pequeñas. Si, tenia mi negocio, pro a decir verdad, mi verdadera prioridad era mi familia y mantenerme cuerda durante años de lo que parecía una imparable fluctuación hormonal.

Empecé a sentir que él no me comprendía realmente. Parecía siempre distraído cuando trataba de hablar con él y definitivamente tenía la sensación de que prefería ver un partido de algún deporte, antes que escuchar como me sentía. Parecía lógico no mirar atrás, dada la poca energía que ambos teníamos, pero DOLIÓ MUCHO EN EL MOMENTO y me sentí tan sola.

A medida que mis hijas se han hecho mayores en los últimos 5 años, mi esposo y yo nos hemos reconectado; salimos semanalmente, hacemos una prioridad el revisar como está el otro de manera diaria y nos damos unas escapadas. Nuestra relación ha mejorado substancialmente. Incluso puedo visualizar la posibilidad de EL POTENCIAL sea posible ahora.

 

 

Y sin embargo, solo hasta la semana pasada, seguía aferrada a mucho resentimiento. Yo creía que él me había abandonado cuando más lo necesitaba. Yo me aferraba a recuerdos muy dolorosos.

Recuerdos de un par de abortos que tuve. Tan devastadoramente dolorosos para mi y sin embargo parecía que él se había movilizado de esto rápidamente y nuca quería hablar de eso.

Recuerdos de él pidiéndome que lo dejara dormir hasta cuando mi trabajo de parto estuviera más avanzado, porque él necesitaba su descanso mientras yo daba a luz en mi casa a mi segunda hija. Estaba ta molesta y me sentí abandonada.

Recuerdos de estar con un gran dolor de parto en el hospital, para dar a luz a nuestra tercera hija, la cual estaba sentada; y mientras yo sufría con las contracciones, mi esposo entra a la habitación con un café en una mano y el periódico en la otra, mira por la ventana al río y dice: “Wow! ¿Ves que hermosa vista? … ” Lo quería matar. (Después me dijo que solo me quería hacer reír y alejar a mi mente del dolor, nunca le he perdonado eso).

Yo me aferré a esos recuerdos y concluí que yo no le importaba, que él no estaba ahí para mi, que había cambiado y ya no era capaz de ser el hombre amoroso y dispuesto a apoyarme realmente con el que me había casado. Comencé a dudar si este matrimonio podría hacerme sentir completa de nuevo.

Fuimos aun par de terapias de pareja, trabajamos con una coach y una sanadora. Trabajamos en nuestro matrimonio y nos permitimos que la sensación de sanación y perdón tomaran el lugar del resentimiento y la ira. Las cosa mejoraron.

Entonces la semana pasada, en la mitad de mi sesión de Havening con mi maravillosa sanadora, todos estos recuerdos vinieron a inundarme de nuevo. Sentí la rabia, el miedo, la tristeza, el duelo, un duelo muy, muy profundo.

Y entonces me golpeó como una tonelada de ladrillos.

El profundo, profundo dolor que estaba sintiendo era la ausencia de una mujer sabia, fuerte y experimentada que me acompañara en eso años de embarazos, partos, lactancia y de criar niños pequeños.

La calidez y sabiduría de una madre tierra, que yo desesperádamente necesitaba para que me mostrara el camino, que me enseñara que hacer, que aliviara mis miedos, que me consolara, que me dijera que todo iba a estar bien. Una mujer en la que pudiera confiar porque había vivido lo mismo que yo estaba viviendo y realmente supiera como me sentía.

Yo no fui criada por ese tipo de mujer y no estaba rodeada por ese tipo de mujeres mayores en mi juventud. Así que busque en mi esposo alguien que llenara esas necesidades y el no podía.

El no podía  porque no era una sabia mujer que ya había vivido todas las  etapas de vida de una mujer. El no tenía idea de como estar ahí para mi.

El trataba de hacerme reír cuando yo necesitaba alguien que comprendiera el dolor de un trabajo de parto y me diera fuerza y  me asegurara que todo iba a salir bien.

El enfocó su energía en proveer para la familia cuando yo lo necesitaba realmente presente y que me diera soporte emocional durante los largos días de invierno en los que iba y venía con un bebé que gritaba y tenía cólicos. Yo había estado despierta todas las noches por casi un año, mientras el dormía en el cuarto de huéspedes porque necesitaba estar despierto y descansado para ir a trabajar al siguiente día.

El trataba de resolver muchos problemas mientras yo solo desesperadamente quería que me escuchara y estuviera ahi.

No, el no era una sabia mujer. El es un hombre. Un hombre tratando de encontrar su camino en su rol de padre y hacer lo mejor que podía en lo que los hombres por generaciones antes de él han hecho, tratar de proveer para sus familias.

Nos proporcionó una hermosa y confortable casa y todo tipo de apoyo y comodidades.

El creó la estabilidad y seguridad que ha permitido que nuestra vida se haya desplegado de la manera que se ha dado.

El corría a casa durante su almuerzo para caminar de aquí para allá con nuestra hija mayor y sus cólicos, para que yo pudiera tomar una necesaria siesta. Y corría de nuevo a casa al finalizar su trabajo para remplazare de nuevo.

El quería asegurarse de dormir lo suficiente en aquella noche que yo estaba dando a luz a nuestra segunda hija en casa, porque estaba aterrado de pensar que las parteras no llegaran a tiempo y  él tuviera que ayudarme a dar a luz solo.

Además, tendría que hacerse cargo de nuestra hija de 3 años  sin importar que tanto hubiésemos dormido esa noche.

El me apoyó en dar a luz en casa y luego de tener un parto natural con una bebe que venía sentada, aún cuando esto lo aterrorizaba a morir.

Pero en mi rabia, no podía ver el amor y cuidado que estaba tras esas cosas.

PORQUE NO ES COMO LO HUBIERA HECHO UNA MUJER SABIA.

Que injusta he sido con él esperando que fuera una mujer sabia. Que poco aprecié lo que él ha estado dándome a mi y nuestra familia como hombre.

Con esta comprensión, todo comenzó a cambiar.

Comencé a apreciarlo más y más.

El amor comenzó a fluir en mi corazón.

Siento gran gratitud de que haya permanecido a mi lado todos estos años, incluso en mi agitado y crítico resentimiento, incluso en los altibajos de mis fluctuaciones hormonales, incluso cuando yo quería rendirme en nuestras relación.

El no es una mujer sabia. El es un hombre real.

¿Qué hay de ti?, ¿cómo ha cambiado tu relación de vida o matrimonio a lo largo de los años?, ¿qué has aprendido en este proceso?

Me encantaría saber de ti, puedes dejar tus comentarios abajo.

¡Feliz martes!

 
xoxo,

Natalie

 

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