§ We came to this world to LIVE OUT LOUD!
Acepta todo tal y como es
Este verano fui a un largo retiro a Plum Village, un Monasterio Budista Zen en la región de Burdeos en Francia, con dos de mis hijas. Esperaba un verdadero descanso y rejuvenecimiento, pero obtuve algo completamente diferente.
Lo ves, fui a Plum Village con altas expectativas. Mis experiencias en retiros previos me llevaron a creer que no haría nada más durante mi retiro, que hacer todo de manera lenta y consciente; meditar, descansar, comer conscientemente y tomar siestas.
Y toda esta apacible atención a mi ser, me conduciría a la paz interior.
Intenté hacer eso todo este año, pero la paz interior me eludió la mayor parte del tiempo.
Tuve una meta para este retiro, que establecí mientras escuchaba una charla del Dharma el primer día: aceptar todo lo que surja, abrazar todas las sensaciones físicas y emociones que surjan sin necesidad de cambiarlas o alterarlas de ninguna manera.
Esto fue fácil de conseguir cuando me sentía relajada y apacible.
Sin embargo, era una historia completamente diferente cando estaba estresada, ansiosa, triste o incomoda físicamente.
Llovió mucho y nuestra carpa se inundó, tuvimos que dormir en una gran sala de meditación, todo estaba empapado, teníamos frío y la actitud de mis hijas adolescentes seguía provocándome, sin contar que recibí correos electrónicos urgentes de trabajo a los que atendí a regañadientas con una horrible conexión a Internet.
Y subyacente a todos estos inconvenientes y molestias mundanas, estaba el dolor inquebrantable de recordar que mi hija mayor se va de casa este agosto. Mientras meditaba, a menudo me sorprendía repitiendo en mi mente sus 17 años junto a nosotros, sintiendo el dolor en mi corazón y preguntándome a dónde se había ido todo ese tiempo.
Básicamente, el Universo me proporcionó experiencias de la vida real para practicar la aceptación radical.
Leí por primera vez sobre el concepto de aceptación radical en el libro del mismo nombre de Tara Brach, cuando mi hija mayor era una recién nacida.
La idea es que cuanto más podamos aceptar todo en nuestra experiencia exactamente como es, sin tratar de cambiarlo o alterarlo de ninguna manera, más sabiduría, perspicacia y paz interior obtendremos.
Así es como funciona:
Cuando te encuentres tratando de hacer algo para dejar de sentirte ansiosa, triste o estresada; incluso sintiendo dolor físico, simplemente dejas de hacer lo que sea que estés haciendo.
Luego le pones nombre al sentimiento: tristeza, ira, dolor, vulnerabilidad, vergüenza, miedo, etc.
Respiras, te relajas y te imaginas sosteniendo este sentimiento como si fueras un bebé recién nacido en tus brazos.
Lloras si es necesario.
Y solo sientes.
Y algo milagroso comienza a pasar.
El sentimiento disminuye en intensidad; empiezas a sentirte más tranquila y clara; un espacio pacífico se abre dentro de ti y realmente entiendes cómo esta emoción intensa es solo un enérgico mensajero que esta ahí para comunicar lo que sea necesario comunicarte y luego seguirá su camino.
Es una forma mucho más amable y sabia de relacionarte con tus emociones.
Mientras practicaba esto durante la semana, noté cuán rápido cambian las emociones. Puedo estar tranquila y relajada un segundo y rápidamente sentirme enojada o frustrada cuando levanto la vista para ver la cara de desaprobación de mis adolescentes.
Y aquí está la parte hermosa, podía reaccionar con ese destello de ira y decir algo que comenzaría una pelea entre nosotras o podía aceptar mis sentimientos de frustración y enojo, abrazándolos con ternura, hasta que se suavizaran. Una vez suavizados, fueron reemplazados por amor y compasión hacia mi adolescente, quien realmente no quería estar en el retiro y hacia mí, que tratando de ser una buena madre, la arrastré allí de todos modos.
Entonces me liberé de las garras de la ira y pude responder a mis hijas de una manera más amorosa y productiva.
Excepto en los momentos en que no pude controlarme y reaccioné con enojo. Tuve que aceptar radicalmente mis sentimientos, sabiendo que había agregado combustible al fuego con mi enojo. Todo es práctica y soy humana.
Y es algo agotador al principio (por eso no terminé la semana sintiéndome descansada y rejuvenecida).
Pero siento mucha más paz interior, poder y fuerza.
Es una forma poderosa de vivir y planeo seguir practicando esto diariamente en mi vida de regreso en casa.
¿Qué hay de ti?, ¿qué te ayuda a lidiar con tus emociones más fuertes?
¡Me encantaría saber sobre ti! Comparte lo que piensas dejando un comentario abajo o búscame a través de mi correo natalie@nataliematushenko.com.
¡Feliz martes!
Natalie